1. "Flamenco I"Escayola con pátina
179 x 72 x 25 cm
2000
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Carmen Iglesias
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La danza del alma
Reflexiones sobre una obra en movimiento.
La artista estudia en su obra las correspondencias estéticas y anímicas entre la música, la danza y las artes plásticas, tratando de ir más allá en la interrelación que existe entre todas las artes.
Toda su obra, refleja un profundo estudio del movimiento y de la proyección del mismo en el espacio universal, al mismo tiempo que plantea su preocupación por el constante diálogo que se produce entre el movimiento y el ritmo, la música y la danza.
Su obra escultórica, es una investigación sobre la proyección del movimiento y de los ritmos vitales en un espacio abierto, infinito, indagando acerca del equilibrio, la tensión, los pesos y medidas, todos ellos conceptos íntimamente relacionados con la danza.
En su obra pictórica, realiza un permanente estudio del color, presente tanto en la danza como en la música, al tiempo que se sirve de él como poderosa herramienta para el lenguaje plástico y como canal de expresión gestual de sus propios ritmos internos.
Los trazos, las líneas, representan el mismo papel que el ritmo en el arte de los sonidos. Las formas, los planos de color, son en sí mismos divisiones del espacio, pero, en la medida en que se relacionan con nosotros, son divisiones del tiempo.
Los colores se superponen y diluyen bailando al compás de las formas e improvisando líneas que se oponen al trazado, creando así un sistema abierto dentro de un espacio pictórico, asemejándose al movimiento de los bailarines y melodías sonoras que contienen sorpresas a cada nuevo paso o nota musical.
"La danza del alma"
La exposición comienza desde lo figurativo hasta llegar a la abstracción.
Desde la forma más primaria y vital del movimiento, la artista proyecta su estudio sobre la figura de la que parte su alma y que engloba sus dos partes creativas: el flamenco. Éste animal representa la fluidez del movimiento, la armonía y el equilibrio. Además, hace referencia en sentido alegórico al Flamenco como disciplina artística, que envuelve toda la vida de la artista, su sentir y su modo de expresión.
Su investigación sobre el cuerpo humano está determinada por su dedicación a la danza que le lleva a una especial observación del mismo.
Su "Serie Escenas" y "Bailarina" son análisis sobre ciertos movimientos concretos de distintos tipos de danza. Ambas son concebidas más que como esculturas, como dibujos en el aire, en un espacio universal.
En "Equilibrio" y "Figura 6", medita sobre el correcto ajuste entre pesos y medidas que ha de existir en la danza para conseguir dicho equilibrio, y sobre el concepto de verticalidad, común en casi toda su escultura.
Con "Torsión I", "Torsión II" y "Figura 16", llega a una síntesis absoluta del movimiento, estudiando los quiebros y torsiones características de ciertas posturas del baile flamenco.
En "Alabastro", reflexiona sobre el concepto de armonía y la adecuada combinación de secuencias curvilíneas y rectilíneas dentro de un conjunto rítmico.
En toda su obra pictórica plasma su propio gesto interior, es decir, su propio movimiento interno hacia el espacio pictórico, como demuestra en las obras “20”, “30” y “27”, trípticos y díptico respectivamente, donde hace alusión a la relación espacio-tiempo. Expresa sus tensiones emocionales vividas libremente por todo el cuerpo y los va reflejando de distinta manera en cada uno de los soportes mostrados, donde los blancos y negros trabajan como polos opuestos creando una unidad rítmica.
Espacio y movimiento están presentes en la vida, en todo cuanto nos rodea.
Todo está sometido al ritmo. Toda emoción estética tiene el ritmo como orígen. La danza y el flamenco, al igual que la pintura y la escultura, son una actitud. Todas traducen ritmos de la naturaleza que la artista trata de transmitir con naturalidad y sencillez, atendiendo a su propia emoción interior, a su propio ALMA, para alcanzar así la belleza.
La artista estudia en su obra las correspondencias estéticas y anímicas entre la música, la danza y las artes plásticas, tratando de ir más allá en la interrelación que existe entre todas las artes.
Toda su obra, refleja un profundo estudio del movimiento y de la proyección del mismo en el espacio universal, al mismo tiempo que plantea su preocupación por el constante diálogo que se produce entre el movimiento y el ritmo, la música y la danza.
Su obra escultórica, es una investigación sobre la proyección del movimiento y de los ritmos vitales en un espacio abierto, infinito, indagando acerca del equilibrio, la tensión, los pesos y medidas, todos ellos conceptos íntimamente relacionados con la danza.
En su obra pictórica, realiza un permanente estudio del color, presente tanto en la danza como en la música, al tiempo que se sirve de él como poderosa herramienta para el lenguaje plástico y como canal de expresión gestual de sus propios ritmos internos.
Los trazos, las líneas, representan el mismo papel que el ritmo en el arte de los sonidos. Las formas, los planos de color, son en sí mismos divisiones del espacio, pero, en la medida en que se relacionan con nosotros, son divisiones del tiempo.
Los colores se superponen y diluyen bailando al compás de las formas e improvisando líneas que se oponen al trazado, creando así un sistema abierto dentro de un espacio pictórico, asemejándose al movimiento de los bailarines y melodías sonoras que contienen sorpresas a cada nuevo paso o nota musical.
"La danza del alma"
La exposición comienza desde lo figurativo hasta llegar a la abstracción.
Desde la forma más primaria y vital del movimiento, la artista proyecta su estudio sobre la figura de la que parte su alma y que engloba sus dos partes creativas: el flamenco. Éste animal representa la fluidez del movimiento, la armonía y el equilibrio. Además, hace referencia en sentido alegórico al Flamenco como disciplina artística, que envuelve toda la vida de la artista, su sentir y su modo de expresión.
Su investigación sobre el cuerpo humano está determinada por su dedicación a la danza que le lleva a una especial observación del mismo.
Su "Serie Escenas" y "Bailarina" son análisis sobre ciertos movimientos concretos de distintos tipos de danza. Ambas son concebidas más que como esculturas, como dibujos en el aire, en un espacio universal.
En "Equilibrio" y "Figura 6", medita sobre el correcto ajuste entre pesos y medidas que ha de existir en la danza para conseguir dicho equilibrio, y sobre el concepto de verticalidad, común en casi toda su escultura.
Con "Torsión I", "Torsión II" y "Figura 16", llega a una síntesis absoluta del movimiento, estudiando los quiebros y torsiones características de ciertas posturas del baile flamenco.
En "Alabastro", reflexiona sobre el concepto de armonía y la adecuada combinación de secuencias curvilíneas y rectilíneas dentro de un conjunto rítmico.
En toda su obra pictórica plasma su propio gesto interior, es decir, su propio movimiento interno hacia el espacio pictórico, como demuestra en las obras “20”, “30” y “27”, trípticos y díptico respectivamente, donde hace alusión a la relación espacio-tiempo. Expresa sus tensiones emocionales vividas libremente por todo el cuerpo y los va reflejando de distinta manera en cada uno de los soportes mostrados, donde los blancos y negros trabajan como polos opuestos creando una unidad rítmica.
Espacio y movimiento están presentes en la vida, en todo cuanto nos rodea.
Todo está sometido al ritmo. Toda emoción estética tiene el ritmo como orígen. La danza y el flamenco, al igual que la pintura y la escultura, son una actitud. Todas traducen ritmos de la naturaleza que la artista trata de transmitir con naturalidad y sencillez, atendiendo a su propia emoción interior, a su propio ALMA, para alcanzar así la belleza.